martes, 4 de diciembre de 2018

Y además... tú

Dedicado a todos los amores imposibles, que por una u otra razón no pueden dejar florecer ese sentimiento porque, a pesar de que ambos lo comparten, llegaron tarde a sus respectivas vidas, y no les queda más que observar cómo de manera separada siguen su camino...

...Y ahí estaba yo. Mirándola. Tan concentrada en sus cosas, tan feliz, tan coqueta, tan loca. Tan ella. 
A la distancia sus ojos, grandes y expresivos, detectaron los míos. Me sonríe y me saluda a lo lejos. Cuánto gusto le da verme, y a mí también me da gusto verla de nuevo, verla todos los días. A mí me emociona que esté. A mí. Un simple hombre que hace mucho decidió un destino que ya está viviendo. En cambio ella, tan libre, tan soñadora, tan cariñosa, tan...
Por fin después de un largo rato logro topármela y tenerla más cerca de mí. Ella es hermosa, con un cuerpo que me vuelve loco, que me da ganas de conocer su textura, su sabor. Nos saludamos, en sus ojos me refleja el inmenso cariño de años que siente por mí con un toque de curiosidad por conocerme de la misma forma que yo quisiera conocerla. 
Sin decirnos una palabra, nos decimos todo mientras hacemos el ritual de saludo: a veces tengo la valentía de saludarla de beso, como esa amiga que es, con la que puedo contar; pero otras veces solo estrecho su mano, porque tengo miedo de que se escape todo lo que guardo por ella. 
A solas no podemos esconder del todo lo que con el tiempo ha crecido: un cariño tan especial que poco a poco se transforma en otra cosa, de una manera tan orgánica, como si iniciara un segundo nivel con una fluidez deliciosa.
Esto es imparable. Cuando estamos solos, somos como unos niños que juegan a conocerse. Su mano tan curiosa e intrigada de lo que pudiera pasar, no se opone: se la tomo para que sienta mi cuerpo y sepa que escondo una pasión para ella; se sonroja. Me confiesa que sentirme la humedece.
Me mira a los ojos, a veces me dominan y otras veces me hipnotizan. Siento su espalda, la recorro con mis manos; se estremece, pero también busca mi calor. Ella quisiera besarme, me lo dice y eso me asusta: por más que yo también quisiera probar sus labios, me conozco y sé que el día que suceda, dañaría la vida que tengo ahora y me enamoraría de ella... aunque creo que ya lo estoy.
La gente nos ve, nos conoce, sabe de nuestras respectivas vidas y sabe de nuestra amistad de tantos años. Pero... la gente sabia reconoce que cuando estamos juntos creamos una atmósfera pasional, no solo de una amistad incondicional; saben y podrían jurar que los dos juntos sería lo indicado.
La avalancha de sentimientos mutuos hizo de las suyas, en esa mañana mágica con café, lluvia y después un arcoíris como testigos. A solas, tú y yo. Nos miramos a los ojos y te pedí que me concedieras sentirte y hacerte sentir. No te negaste, pero veía tus nervios, como en una maravillosa e intrigante “primera vez”. Te puse de espaldas, tú recargada en mi pecho, y muy despacio mi mano entró a tu ropa, recorrió tu piel y bajaba más; mi otra mano se atrevió a subir para acariciar tu pecho. Por fin te sentí, por fin supimos lo que somos capaces de provocarnos... mis dedos te tocaban y te acariciaban entre tus piernas... tu respiración se entrecortaba, hasta que dejaste de censurarte y empecé a escuchar cómo disfrutabas mis manos, mis caricias... no dejaba de halagarte, no dejabas de excitarme con tu humedad, con tus gemidos, con tu obediencia. Poco a poco empezamos a llegar a la cima mientras besaba tu mejilla muy sutilmente, como te lo mereces, como el sentimiento que guardo y que hiciste que germinara dentro de mí, pero mi prioridad, mi sueño era hacerte llegar, a ti, mi hermosa... tu mano acariciaba mi cabello, con miedo a que yo te rechazara, pero no fue así, ¿cómo iba a rechazar a esta doncella que me dejaba conocer toda su feminidad?. No. Tócame, sigue permitiéndome besarte, que sientas mis dedos jugueteando para ti, para complacerte... cada vez más y más... hasta que... 

...qué maravilla. 

Solo buscaba tu mirada para saber si estabas bien, ¡qué mirada la tuya!, llena de inocencia, de pena, de placer, de más vínculo entre tú y yo.


Tuvimos que salir de aquellas 4 paredes, testigos de lo que sentíamos y sentimos ahora. Vimos la luz del sol y nos convertimos en aquellos buenos amigos ante la sociedad, pero con ese secreto que hace que nuestras almas se unan más. Me gustas, te quiero. Te gusto, me quieres. Mi hermosa, el secreto más bello y el amor más sincero que estoy sintiendo.