… se sentía preocupado, triste, solo. Veía en ese ataúd a su amada, hermosa como siempre hasta el último día de su vida.
Rodrigo tenía un hueco en su corazón, difícil de llenar. Se sentía tan culpable por
lo que estaba pasando, era como si un gran huracán atravesara su alma.
Ojalá se pudiera regresar el tiempo, desde que se enteró que Paulina lo amaba y a él no le importaba esa pobre muchachilla que se portaba tan tímida con él.
Al parecer, los papeles se cambiaron, y poco a poco Paulina dejó de prestarle atención a Rodrigo. Gerardo la hacía sentir especial, y se veía una gran luz de dicha en su rostro.
El sentimiento que anidaba en Rodrigo era de ilusión, de esperanza, pero al mismo tiempo de desdicha porque sentía que Paulina había abandonado ese amor que sentía por él. Rodrigo siempre tenía mujeres a su alrededor que lo hacían sentir como un ídolo.
Mirando a su alrededor, notó que Gerardo estaba más tranquilo que él, aunque se veía que no había dormido toda la noche y que ya no podía derramar una lágrima más. Pero Rodrigo, no le ha llorado desde que su mejor amigo Jorge le dio la peor noticia que ha recibido y recibirá en su vida.
Rodrigo sabía que Paulina estaba a un mes de casarse con ese hombre que era buena persona, pero algo misterioso, tal vez eso fue lo que hizo que Paulina dejara de notar a Rodrigo. Ella misma le dijo lo de su boda con un tono de felicidad y frustración junta. Él no sabía por qué se lo decía de esa manera. Tal vez está nerviosa, pensó.
Al día siguiente, en la noche, se escuchó el teléfono y Rodrigo contestó. Era Jorge con voz temblorosa y cortante.
Paulina no soportó más y decidió quitarse la vida. Esas palabras fueron suficientes para que el teléfono resbalara de sus manos que temblaban tanto que parecía como si hubieran cobrado vida por si mismas.
La habitación se hacía más y más grande. Su corazón estaba a punto de salírsele del pecho y cayó.
Mirando el rostro muerto de Paulina en aquél ataúd, por fin sintió que había algo que rozaba sus mejillas. Lágrimas, tan puras y dolorosas, llenas de coraje e impotencia, no podía hacer nada, sólo observar la evidencia de lo que hizo el dolor con Paulina: matarla.
Gerardo se acercó a Rodrigo y discretamente le dijo: ten, las últimas palabras de Paulina son para ti. Era una carta impregnada del perfume que ella usaba, desdobló el papel y decía:
“Sí Rodrigo, esto es para ti. Quiero que sepas, aunque no sea mirándonos a los ojos, que tú fuiste el gran amor de mi vida, y no pude soportar ver cómo había mujeres a las que les hacías más caso que a mí. ¿Por qué?
Es por eso que Gerardo me conquistó. Por fin había alguien que se daba cuenta de cómo era yo, y de cómo soy yo. Nunca le mentí. Gerardo siempre supo que, aunque yo lo quería, tú eras el amor de mi vida. Hubo un momento en que las cosas se salieron de control y me pidió casarme con él. Cómo me hubiera gustado que tú me lo hubieras dicho. Pero fue otro.
Lo único que conseguimos fue una amistad, pero de qué me sirvió, si no te pude sentir. Es por eso que prefiero ser un ángel para ti... vivir el resto de tu vida junto a ti. Tocarte sin que me sientas y estar contigo sin que te des cuenta.
Cuando leas esto, yo ya estaré junto a ti cuidándote.
Te amé, te amo y te amaré por siempre
Tu ángel Paulina".
Rodrigo tenía un hueco en su corazón, difícil de llenar. Se sentía tan culpable por
lo que estaba pasando, era como si un gran huracán atravesara su alma.Ojalá se pudiera regresar el tiempo, desde que se enteró que Paulina lo amaba y a él no le importaba esa pobre muchachilla que se portaba tan tímida con él.
Al parecer, los papeles se cambiaron, y poco a poco Paulina dejó de prestarle atención a Rodrigo. Gerardo la hacía sentir especial, y se veía una gran luz de dicha en su rostro.
El sentimiento que anidaba en Rodrigo era de ilusión, de esperanza, pero al mismo tiempo de desdicha porque sentía que Paulina había abandonado ese amor que sentía por él. Rodrigo siempre tenía mujeres a su alrededor que lo hacían sentir como un ídolo.
Mirando a su alrededor, notó que Gerardo estaba más tranquilo que él, aunque se veía que no había dormido toda la noche y que ya no podía derramar una lágrima más. Pero Rodrigo, no le ha llorado desde que su mejor amigo Jorge le dio la peor noticia que ha recibido y recibirá en su vida.
Rodrigo sabía que Paulina estaba a un mes de casarse con ese hombre que era buena persona, pero algo misterioso, tal vez eso fue lo que hizo que Paulina dejara de notar a Rodrigo. Ella misma le dijo lo de su boda con un tono de felicidad y frustración junta. Él no sabía por qué se lo decía de esa manera. Tal vez está nerviosa, pensó.
Al día siguiente, en la noche, se escuchó el teléfono y Rodrigo contestó. Era Jorge con voz temblorosa y cortante.
Paulina no soportó más y decidió quitarse la vida. Esas palabras fueron suficientes para que el teléfono resbalara de sus manos que temblaban tanto que parecía como si hubieran cobrado vida por si mismas.
La habitación se hacía más y más grande. Su corazón estaba a punto de salírsele del pecho y cayó.
Mirando el rostro muerto de Paulina en aquél ataúd, por fin sintió que había algo que rozaba sus mejillas. Lágrimas, tan puras y dolorosas, llenas de coraje e impotencia, no podía hacer nada, sólo observar la evidencia de lo que hizo el dolor con Paulina: matarla.
Gerardo se acercó a Rodrigo y discretamente le dijo: ten, las últimas palabras de Paulina son para ti. Era una carta impregnada del perfume que ella usaba, desdobló el papel y decía:
“Sí Rodrigo, esto es para ti. Quiero que sepas, aunque no sea mirándonos a los ojos, que tú fuiste el gran amor de mi vida, y no pude soportar ver cómo había mujeres a las que les hacías más caso que a mí. ¿Por qué?
Es por eso que Gerardo me conquistó. Por fin había alguien que se daba cuenta de cómo era yo, y de cómo soy yo. Nunca le mentí. Gerardo siempre supo que, aunque yo lo quería, tú eras el amor de mi vida. Hubo un momento en que las cosas se salieron de control y me pidió casarme con él. Cómo me hubiera gustado que tú me lo hubieras dicho. Pero fue otro.
Lo único que conseguimos fue una amistad, pero de qué me sirvió, si no te pude sentir. Es por eso que prefiero ser un ángel para ti... vivir el resto de tu vida junto a ti. Tocarte sin que me sientas y estar contigo sin que te des cuenta.
Cuando leas esto, yo ya estaré junto a ti cuidándote.
Te amé, te amo y te amaré por siempre
Tu ángel Paulina".
