lunes, 13 de julio de 2020

Acurrucados

...caía el atardecer. Las calles coloniales y cargadas de historia, eran arropadas por ese manto naranja del sol. 

Ella veía a través de la ventana del viejo carruaje, el cual resplandece y luce en medio de una época moderna. Observaba a la gente, a las familias, a los niños de la mano de sus padres, a los jóvenes en su punto de reunión expresándose. Ella, un manojo de nervios pero llena de esperanza y emoción. Su vestido de encaje color champagne, su cabello románticamente ondulado con un tocado sobrio y su ramo de rosas carmín, hacían que sus brillantes ojos negros proyectaran ilusión.

Por fin el carruaje llegó a su destino, la hermosa iglesia del siglo XVIII, la que todos visitan por su bello estilo barroco. Ella no dejaba de ver la ventana que daba al otro lado de la puerta del templo, tenía miedo de que su día no saliera como ella lo esperaba...

De pronto una voz interrumpió el ruido de los mil pensamientos de su mente. Era él llamándola, el cual en el instante en el que abrió la puerta del carruaje no podía creer la hermosura de ella... recordó la primera vez que le robó un beso. Cuando él la llamó por su nombre, inmediatamente ella lo vio y sonrió, conectaron sus miradas por un momento, él rompió el silencio diciendo “te ves muy chula”, ella sonrojada le contestó “gracias”.
  • ¿Nerviosa?
  • Un poco...
  • ¿Lista?
Ella asintió con la cabeza.
Se aproximó a la puerta del carruaje, así él pudo poner las manos en la cintura de ella para bajarla delicadamente. La bajó y no dejaban de mirarse. 
Y ahí, en las afueras del carruaje, él tomó su mano, se la besó delicadamente en señal del amor y el respeto que sentía por ella. Ella lo vio y le sonrió con una gran ternura. Se acercaron y se dieron el abrazo más cálido que se habían dado en todos estos años; él recordó los tantos abrazos que ella le daba, incluso cuando él no quería, pero a ella siempre le parecía necesario hacerle saber lo que sentía, acurrucándolo en sus brazos. De él salió un susurro, solo para ella... “te amo”.
Ella se separó de su regazo, lo tomó de la mano y le sonrió. La gente se dio cuenta que había llegado la novia y se puso de pie. Ella empezó a caminar hacia la puerta de la iglesia, donde su familia la estaba esperando para el cortejo. Pero él no. Sus manos poco a poco se separaron hasta soltarse. 

Él, en las afueras del viejo carruaje, no dejaba de ver a quién fue la mujer más importante de su vida en los últimos años, su mente lo invadió de recuerdos: las risas, su primer encuentro, los besos, su primer “te amo”, las incontables cenas, el estar acostados en la cama cuando lo visitaba, la cara de amor que ella le brindaba y de ganas por decirle al mundo lo que ella sentía por él... pero él se lo impidió, solo eran los mejores amigos por fuera y almas gemelas dentro de cuatro paredes. El último recuerdo: ella yendo a su casa con un inusual tono serio para anunciarle que se casaría, con pena le mostró su anillo de compromiso y se hizo un profundo silencio entre ellos para ser roto por un “me da mucho gusto” de él. 
Ella empezó a caminar, recorriendo el pasillo que llegaba al altar... su futuro esposo la esperaba. A ambos les brillaban los ojos de ilusión.
Él no dejaba de ver ese momento. Una lágrima rodó por su mejilla, sentía que algo no estaba bien, que eso no debía haber sido... cayó de rodillas y se tapó la cara mientras sollozaba: “la perdí”.

viernes, 19 de junio de 2020

Dedicado a todos los amores imposibles, que por una u otra razón no pueden dejar florecer ese sentimiento porque, a pesar de que ambos lo comparten, llegaron tarde a sus respectivas vidas, y no les queda más que observar cómo de manera separada siguen su camino...

...Y ahí estaba yo. Mirándola. Tan concentrada en sus cosas, tan feliz, tan coqueta, tan loca. Tan ella.

A la distancia sus ojos, grandes y expresivos, detectaron los míos. Me sonríe y me saluda a lo lejos. Cuánto gusto le da verme, y a mí también me da gusto verla de nuevo, verla todos los días. A mí me emociona que esté. A mí. Un simple hombre que hace mucho decidió un destino que ya está viviendo. En cambio ella, tan libre, tan soñadora, tan cariñosa, tan...
Por fin después de un largo rato logro topármela y tenerla más cerca de mí. Ella es hermosa, con un cuerpo que me vuelve loco, que me da ganas de conocer su textura, su sabor. Nos saludamos, en sus ojos me refleja el inmenso cariño de años que siente por mí con un toque de curiosidad por conocerme, de la misma forma que yo quisiera conocerla.
Sin decirnos una palabra, nos decimos todo mientras hacemos el ritual de saludo: a veces tengo la valentía de saludarla de beso, como esa amiga que es, con la que puedo contar; pero otras veces solo estrecho su mano, porque tengo miedo de que se escape todo lo que guardo por ella.
A solas no podemos esconder del todo lo que con el tiempo ha crecido: un cariño tan especial que poco a poco se transforma en otra cosa, de una manera tan orgánica, como si esto fuera un juego en el que acabamos con éxito el primer nivel e iniciara el segundo con una fluidez deliciosa.
Esto es imparable. Cuando estamos solos, somos como unos niños que juegan a conocerse. Su mano tan curiosa e intrigada de lo que pudiera pasar, no se opone: se la tomo para que sienta mi cuerpo y sepa que escondo una pasión para ella; se sonroja. Me confiesa que sentirme la humedece.
Me mira a los ojos, a veces me dominan y otras veces me hipnotizan. Siento su espalda, la recorro con mis manos; se estremece, pero también busca mi calor. Ella quisiera besarme, me lo dice y eso me asusta: por más que yo también quisiera probar sus labios, me conozco y sé que el día que suceda, dañaría la vida que tengo ahora y me enamoraría de ella... aunque creo que ya lo estoy.
La gente nos ve, nos conoce, sabe de nuestras respectivas vidas y sabe de nuestra amistad de tantos años. Pero... la gente sabia reconoce que cuando estamos juntos creamos una atmósfera pasional, no solo de una amistad incondicional; saben y podrían jurar que los dos juntos sería lo indicado.


El bueno es por decisión, no por realidad

Cómo hay situaciones en las que por conocer de más, terminas siendo la villana de la historia. 
Cómo es posible que cuando uno quiere explicar, los receptores gritan y no escuchan las explicaciones.

Como resultado = fue más fácil convertir al emisor como villano para explicar la situación que darse cuenta del contexto que se estuvo viviendo.

sábado, 9 de febrero de 2019

El regreso a la realidad

Sabía que aquello sería breve, que no debía durar; a pesar de todo eso,
No deja de doler.

Sigue con tu vida, con tus proyectos, con todo. Es momento de cerrar nuestro momento y desearte lo mejor,

martes, 15 de enero de 2019

Pinche vida injusta

¿Como te va con tu jefe tóxico?
¿Ya te dijo que por tu culpa lo regañaron?

martes, 4 de diciembre de 2018

Y además... tú

Dedicado a todos los amores imposibles, que por una u otra razón no pueden dejar florecer ese sentimiento porque, a pesar de que ambos lo comparten, llegaron tarde a sus respectivas vidas, y no les queda más que observar cómo de manera separada siguen su camino...

...Y ahí estaba yo. Mirándola. Tan concentrada en sus cosas, tan feliz, tan coqueta, tan loca. Tan ella. 
A la distancia sus ojos, grandes y expresivos, detectaron los míos. Me sonríe y me saluda a lo lejos. Cuánto gusto le da verme, y a mí también me da gusto verla de nuevo, verla todos los días. A mí me emociona que esté. A mí. Un simple hombre que hace mucho decidió un destino que ya está viviendo. En cambio ella, tan libre, tan soñadora, tan cariñosa, tan...
Por fin después de un largo rato logro topármela y tenerla más cerca de mí. Ella es hermosa, con un cuerpo que me vuelve loco, que me da ganas de conocer su textura, su sabor. Nos saludamos, en sus ojos me refleja el inmenso cariño de años que siente por mí con un toque de curiosidad por conocerme de la misma forma que yo quisiera conocerla. 
Sin decirnos una palabra, nos decimos todo mientras hacemos el ritual de saludo: a veces tengo la valentía de saludarla de beso, como esa amiga que es, con la que puedo contar; pero otras veces solo estrecho su mano, porque tengo miedo de que se escape todo lo que guardo por ella. 
A solas no podemos esconder del todo lo que con el tiempo ha crecido: un cariño tan especial que poco a poco se transforma en otra cosa, de una manera tan orgánica, como si iniciara un segundo nivel con una fluidez deliciosa.
Esto es imparable. Cuando estamos solos, somos como unos niños que juegan a conocerse. Su mano tan curiosa e intrigada de lo que pudiera pasar, no se opone: se la tomo para que sienta mi cuerpo y sepa que escondo una pasión para ella; se sonroja. Me confiesa que sentirme la humedece.
Me mira a los ojos, a veces me dominan y otras veces me hipnotizan. Siento su espalda, la recorro con mis manos; se estremece, pero también busca mi calor. Ella quisiera besarme, me lo dice y eso me asusta: por más que yo también quisiera probar sus labios, me conozco y sé que el día que suceda, dañaría la vida que tengo ahora y me enamoraría de ella... aunque creo que ya lo estoy.
La gente nos ve, nos conoce, sabe de nuestras respectivas vidas y sabe de nuestra amistad de tantos años. Pero... la gente sabia reconoce que cuando estamos juntos creamos una atmósfera pasional, no solo de una amistad incondicional; saben y podrían jurar que los dos juntos sería lo indicado.
La avalancha de sentimientos mutuos hizo de las suyas, en esa mañana mágica con café, lluvia y después un arcoíris como testigos. A solas, tú y yo. Nos miramos a los ojos y te pedí que me concedieras sentirte y hacerte sentir. No te negaste, pero veía tus nervios, como en una maravillosa e intrigante “primera vez”. Te puse de espaldas, tú recargada en mi pecho, y muy despacio mi mano entró a tu ropa, recorrió tu piel y bajaba más; mi otra mano se atrevió a subir para acariciar tu pecho. Por fin te sentí, por fin supimos lo que somos capaces de provocarnos... mis dedos te tocaban y te acariciaban entre tus piernas... tu respiración se entrecortaba, hasta que dejaste de censurarte y empecé a escuchar cómo disfrutabas mis manos, mis caricias... no dejaba de halagarte, no dejabas de excitarme con tu humedad, con tus gemidos, con tu obediencia. Poco a poco empezamos a llegar a la cima mientras besaba tu mejilla muy sutilmente, como te lo mereces, como el sentimiento que guardo y que hiciste que germinara dentro de mí, pero mi prioridad, mi sueño era hacerte llegar, a ti, mi hermosa... tu mano acariciaba mi cabello, con miedo a que yo te rechazara, pero no fue así, ¿cómo iba a rechazar a esta doncella que me dejaba conocer toda su feminidad?. No. Tócame, sigue permitiéndome besarte, que sientas mis dedos jugueteando para ti, para complacerte... cada vez más y más... hasta que... 

...qué maravilla. 

Solo buscaba tu mirada para saber si estabas bien, ¡qué mirada la tuya!, llena de inocencia, de pena, de placer, de más vínculo entre tú y yo.


Tuvimos que salir de aquellas 4 paredes, testigos de lo que sentíamos y sentimos ahora. Vimos la luz del sol y nos convertimos en aquellos buenos amigos ante la sociedad, pero con ese secreto que hace que nuestras almas se unan más. Me gustas, te quiero. Te gusto, me quieres. Mi hermosa, el secreto más bello y el amor más sincero que estoy sintiendo.

miércoles, 21 de noviembre de 2018

Sin palabras...

Hombres: si una mujer está triste, pide un abrazo, un beso, y sabes que está en esa época de “manojo de sentimientos” en serio NO LE GRITES. Aunque sea una tristeza “sin sentido”, sigue siendo una JODIDA TRISTEZA. Abrázala, acariciala, hazle sentir amada unos cuantos pinches minutos de tu vida.
Que Dios me perdone por lo que voy a decir pero: ES DE MISÓGINOS no tener tolerancia a la menstruación.