martes, 16 de agosto de 2011

Miedo

Cuando alguien trata de no tener conflictos con absolutamente nadie, y no estar en el bando de nadie, es quien termina siendo el más afectado.

¡Qué increíble! La reacción más fácil es echarle la culpa de sus problemas a la persona menos indicada o a la que menos tiene que ver en el asunto. Lo más frustrante es que esa persona ya no sabe qué esperar de toda esa gente.

Es en este caso cuando descubres que la frase, refrán o como quieran clasificarlo "el que nada debe, nada teme" no tiene el valor que todos creíamos. El mundo de esta persona se derrumba sin saber cuánto abarca la expansión de dicha catástrofe. Cada paso que da vive con el miedo de que su pie caiga en arenas movedizas.

La víctima tiene una zona de descanso, su casa. Algunos cuentan con otra zona que crearon antes de haber formado parte de ese infierno o lo crearon en otros lugares apartados de estos personajes.

Esta persona vive como un roedor. Se encorba y se refugia en el rincón más acojedor de su cueva. Tiene miedo de salir a la luz porque pueden lastimarlo aunque, como cualquier roedor, hay personas que se asustarían y correrán.

Entonces es un miedo mutuo y tienen dos caminos por elegir: compartir terreno y darse cuenta que no se harán daño si uno no agrede al otro, o no volverse a ver por un gran tiempo, tal vez nunca.

Las dos opciones tienen su lado positivo, aunque tal vez lo mejor sería no volverlos a ver, ya que si está nuevamente con ellos, esto se podría convertir en un ciclo a morir.