sábado, 22 de marzo de 2008

La grandiosa Procesión del Silencio del 2008

Hoy no voy a escribir en forma romántica, básicamente lo que voy a escribir es cómo vi ayer viernes 21 de marzo ("Día de la primavera", "Aniversario del natalicio de Benito Juárez" y este año también tocó ser "Viernes Santo") la tan esperada Procesión del Silencio.
(Digo ayer viernes porque empecé esta entrada a las 11:50 pm).

Cada año en Semana Santa, los turistas vienen a esta "inocente ciudad" para ver la famosísima Procesión del Silencio, aquella tradición religiosa heredada por los españoles y se dice que ésta es mejor que la de la mismísima Madre patria.

La Procesión del Silencio tiene dos enfoques para apreciarla: enfoque religioso y enfoque artístico; aunque la mayoría sólo van a verlo por curiosidad, o por el morbo para ver si se llega a caer alguna imagen o por si le pasa algo a alguien que esté participando. Sea lo que sea, la gente espera este evento.

Lo bello de la Procesión del Silencio es su objetivo: que por la noche del Viernes Santo en las calles del centro histórico de la ciudad de San Luis Potosí invada un profundo silencio, ya que la gente está luto por la muerte de Jesús y acompañamos a la Virgen en su dolor; además escuchamos la marcha luctuosa de los tambores que tocan los encapuchados mientras pasan las cofradías de diferentes iglesias con un paso lento y triste, cada una llevando una imagen que hay en sus respectivas iglesias para ayudarnos a recordar lo que vivió Jesús desde que lo aprehendieron hasta que murió.

... Por fin llegó el Viernes Santo, uno de los días que más espero en el año; es el día de la Procesión del Silencio. Me levanté temprano porque iba a pasar un Viacrucis por mi casa y yo tenía que hacer el altar de la décima estación: Jesús es despojado de sus vestiduras. Desde que me dijeron que nos (más bien "me") había tocado esa estación, empecé a diseñarlo en mi mente. A mi mamá no le gusta que haga tan expléndido los altares, pero en la misma Biblia dice que si Dios nos da un talento, no hay que enterrarlo; uno de mis talentos, sinceramente, es la creatividad. Así que el altar lo hice como yo lo planeé.

Irónicamente, me fui a otro Viacrucis que estratégica y sorpresivamente en esta iglesia, ligaron el Viacrucis con una misa. Llegué a mi casa, comí y mi hermana me mostró los tan esperados boletos de la Procesión del Silencio; me sentí muy bien en ese momento. Me dormí un rato para que no me diera sueño mientras estuvieramos en aquel evento (sí, como niña chiquita).

Eran más o menos las 6:50 pm y mi hermana me estuvo carrereando para que ya nos fuéramos a la Procesión ella, mi papá, dos de mis sobrinos y yo. Eran las 7 de la noche cuando nos subimos al carro para irnos, aunque la Procesión pasaría alrededor de las 9 por los lugares donde ella compró los boletos (como siempre, en frente del hotel Panorama).

Por fin llegamos al centro, mi hermana dejó su carro en un estacionamiento y caminamos hasta nuestros lugares. Eran las 8:30 cuando me llegó la impaciencia. Mi sobrino y yo nos fuimos caminando hasta el Carmen para ver si ya había empezado, y efectivamente, cuando llegamos al Carmen iba saliendo una de las primeras imágenes de la Procesión. Después mi sobrino y yo nos fuimos casi corriendo a San Agustin y ahí ya llevaba tiempo que había pasado la primer cofradía, entonces nos fuimos a San Francisco y por ahí estaba a punto de pasar. En Aranzazú había una penumbra que creaba un ambiente más misterioso. Mi sobrino y yo nos fuimos casi corriendo hacia donde estaban nuestros lugares y les dijimos a nuestros demás acompañantes que ya iban a pasar por donde estábamos ubicados.

Eran las 9:15 de la noche, cuando empezaron a pasar los policías. Después, se escuchó la voz de una mujer en el micrófono que nos daba la bienvenida a la Procesión del Silencio. Detrás de los policías, al primero que vimos fue al charro que siempre participa en la Procesión, cada año se ve menos joven; detrás de él entró la primer cofradía: los monaguillos del templo del Carmen.

Todo iba bien, pero hubo un momento en el que ya no pasaba ni una cofradía. Sólo se escuchaban unos tambores a lo lejos que poco a poco se acercaban; la gente comenzó a impacientarse. Uno de los señores que llevan un gaffette que dice "Orden", comenzó a correr hacia donde estaba la alejada cofradía. Cuando por fin ésta llegó a nuestros lugares, dejaron de hacer su paso lento y luctuoso y comenzaron a caminar lo más rápido que pudieron. La magia de la Procesión se perdió en ese momento.

Luego llegó otra cofradía y ellos iban caminando como se debía, pero detrás de ellos apareció otro hueco y se vio otro señor que al parecer su plan también era corretear a la cofradía que venía. Pero este señor, le dijo a la persona que iba al principio de la alejada cofradía, en voz un tanto alta: ¿Sí le caminan? Ese fue el segundo acontecimiento que hizo que lo hermoso de la Procesión DEL SILENCIO fuera desapareciendo. Pero lo peor que pasó fue lo de un señor de muletas que formaba parte de esta misma cofradía; como aquel señor gritón fue a apurarlos, a ellos no les quedó más remedio que caminar lo más rápido que pudieran, y aquel señor discapacitado que apenas podía con su alma, trató de mover sus muletas lo más rápido posible.

Lo único rescatable de esta Procesión fue que por primera vez después de muchos años, hubo sacerdotes de diferentes cofradías que decidieron participar... bueno, la verdad es que sólo hubo sacerdotes en 2 cofradías sin contar a los sacerdotes del Carmen que siempre participan (a los del Carmen no les queda de otra, la Procesión es casi de ellos); hasta que por fin los sacerdotes se dignaron en caminar este recorrido que mejor los discapacitados como el señor de las muletas y otra persona en silla de ruedas lo hacen.

La cofradía de la Santa Cruz fue la más inteligente. Sabiendo que tenían mucho espacio después de su cofradía, se esparcieron más, eso hizo que los huecos no fueran tan notorios.

Después de todo este incidente, vimos participando, como cada año, a la organizadora de la Procesión Pita Romo, la cual mi hermana tenía tantas ganas de reclamarle por lo que había pasado. Pero por fin pasó ante nosotros la Única que nos consolaba y que hacía que valiera la pena estar soportando estos lamentables momentos: La Virgen de la Soledad. Esa hermosa imagen, que según el libro de "Leyendas potosinas" nos dice que el rostro del que se basaron es de La loca Zulley; además se dice que las lágrimas son joyas y que esta Virgen es la imagen más pesada de toda la Procesión.

La Virgen de la Soledad es el perfecto broche de oro, y hay personas que la siguen hasta que la llevan a su hogar: el templo del Carmen.

En general, esta Procesión no fue tan artística como los otros años. Nadie sabe por qué; tal vez porque desde que murió Juan Romo, tambíen organizador y hermano de Pita, no han sabido llevar adelante la Procesión. Hay gente que conozco y que les pregunté que qué les pareció la Procesión de este año, y coinciden con el detalle del distanciamiento.

Mi coraje es que ¿cómo es posible que teniendo más de 50 años de experiencia en este evento, haya pasado lo que pasó? Qué descepcionante. Sólo espero que no se repita este incidente, porque si vuelve a pasar lo que pasó, la tradición de ver y sobre todo participar en la Procesión del Silencio, se perderá.

miércoles, 12 de marzo de 2008

Conformismo vs Aferramiento

Hay veces en la vida en las que tenemos que saber perder y debemos aceptarlo, pero hay otras en las que no podemos o más bien no queremos. La vida está llena de contradicciones. Por un lado las personas dicen que hay que resignarnos cuando no logramos lo que queremos o cuando hay algo que no podemos evitar, pero por el otro dicen que hay que luchar por lo que uno quiere... entonces ¿qué es lo que de verdad debemos hacer? ¿o será que el consuelo para unos es la resignación y para otros es no rendirse? ¡Entonces hay consuelos para todos! Sólo es cuestión de escoger el que más nos convenga. Pero a los que se resignan, la gente les dice "conformistas" y a los que siguen luchando, los llaman "aferrados", o peor, "traumados". Es en este momento cuando llegamos a un dilema: ¿qué puedo hacer? ¿a quién le hago caso?...

¡Ay no!, ¡Basta de confundirme más!... mejor hago lo que yo quiera sin importar lo que todos piensen, porque al final lo que yo hago es para mi y no para aquellos que me dan consejos que nisiquiera los siguen.

¿No es paradójico eso? Si la gente que nos rodea nos da sus consejos de una forma muy segura ¿por qué no los siguen? Pues por miedo. Cuando ellos sienten lo mismo que nosotros sentimos, se tragan sus "sabias palabras".

¿Y por qué sigo divagando? Si al final el ganar o perder depende de todas las cosas que yo considere manipulables. Si hay algo que quiero y está al alcance de mi mano, obviamente lo voy a conseguir y estúpidamente celebraré mi logro. Pero si no consigo eso mismo que está al alcance de mi mano, será por la invasión del conformismo; cuando me dé cuenta de lo que perdí, me sentiré frustrada y por lo tanto seré una persona perdedora.

¿Y que pasa con aquello que no podemos manipular? Es en esas situaciones cuando nos entra la desesperación y lo único que hacemos es sufrir. Eso es un poco egoísta; sólo pensamos en nosotros mismos. Un consuelo sería que no somos las únicas personas en el mundo que vivimos cierta etapa dificil; aunque si lo planteamos mal, esto se interpretaría: "¡Qué bueno! ¡Que sufran igual que yo!"... no es bueno celebrar la desdicha de los otros.

Lo mejor es dejarnos llevar por los retos que nos plantea la vida, analizarlos para ver si podemos llegar a la meta y planear una estrategia para obtener aquello que deseamos. Esto no es cuestión de conformismo y aferramiento, es cuestión del enfoque de nuestra realidad.